Títulos como Ico, Shadow of the Colossus y The Last Guardian dejaron una huella imborrable en el género de aventuras narrativas, y su influencia sigue resonando en juegos que buscan transmitir emociones a través del silencio, el entorno y la estética. Spirit of the North 2, desarrollado por Infuse Studio, es un claro heredero de ese legado: un alumno aplicado que ha sabido aprender de los maestros y construir su propia identidad a partir de esas enseñanzas. En esta secuela, se retoma la atmósfera onírica y el estilo narrativo ambiental del primer juego, pero se eleva la apuesta. La experiencia es más profunda, más contemplativa, y gira en torno a emociones como la soledad, el amor y la conexión, pilares fundamentales de este tipo de aventuras minimalistas pero emocionalmente cargadas.
La historia nos pone en la piel de una zorro espiritual que, esta vez, no viaja sola. Un cuervo la acompaña en una misión para restaurar el equilibrio del mundo, luego de que los míticos Guardianes fueran encerrados por un chamán oscuro llamado Grimnir. Tras un breve editor inicial que permite personalizar la apariencia del protagonista, los jugadores se sumergen en paisajes misteriosos, resolviendo acertijos ambientales y desbloqueando secretos ocultos. Aquí no hay diálogos ni textos expositivos. La narrativa fluye a través del entorno, la música y las pequeñas interacciones con el mundo. La historia se descubre con sutileza, en fragmentos esparcidos por el mapa, en símbolos antiguos y en la evolución emocional de los protagonistas.
Infuse Studio logra contar su cuento sin palabras, y eso es un mérito destacable. El juego se sostiene sobre tres pilares: exploración, resolución de puzzles y cooperación entre el zorro y el cuervo. El primero puede absorber energía espiritual para activar mecanismos ancestrales, abrir caminos ocultos y restaurar el equilibrio del mundo. El cuervo, por su parte, sirve como apoyo táctico para alcanzar lugares inaccesibles o activar elementos a distancia. Aprovechar las habilidades de ambos será clave para avanzar, explorar zonas secretas y descubrir la historia en su totalidad. Se estima que completar la campaña puede tomar más de 16 horas.
A diferencia de su antecesor, Spirit of the North 2 apuesta por un mundo verdaderamente abierto. No hay límites artificiales ni caminos prefijados: lo que se ve en el horizonte es alcanzable. La exploración es orgánica, con señales sutiles como columnas de humo, estructuras misteriosas o ruinas que invitan a desviarse del camino principal. También hay desafíos que requieren regresar a zonas previas con nuevas habilidades, al estilo metroidvania, aunque sin caer en la complejidad frustrante. Otro detalle interesante es el clima dinámico, que modifica la atmósfera de las regiones y les da una sensación de vida constante. Cuando el zorro muere, pierde cristales la moneda del juego que quedan en el lugar de su caída y pueden recuperarse después, en una mecánica que recuerda a las runas de los Souls.
Estos cristales sirven para adquirir objetos estéticos y mejoras útiles en tiendas ocultas administradas por mapaches. No existe un sistema de niveles tradicional, pero sí un árbol de habilidades desbloqueables. Los puntos necesarios se encuentran en cofres repartidos por el mundo, lo que motiva aún más la exploración minuciosa. Aunque no a todos puede gustar este sistema, aporta variedad y permite personalizar el estilo de juego. Eso sí, el sistema de plataformas no es perfecto. Los saltos del zorro a veces resultan imprecisos, lo que puede generar frustración al superar ciertos obstáculos básicos.
La música juega un papel protagónico. Sin voces ni diálogos, la banda sonora guía emocionalmente la aventura, variando según la región o el momento narrativo. Desde melodías suaves y etéreas hasta crescendos orquestales que marcan los momentos más intensos, cada nota acompaña la travesía del jugador como una brújula emocional. El sonido del viento entre los árboles o el murmullo del agua en los ríos se mezcla con la música, creando una experiencia casi meditativa. Gráficamente, el juego ofrece dos modos en PlayStation 5: uno enfocado en la fidelidad visual (probablemente 4K nativo, aunque con bajones de rendimiento), y otro en el rendimiento, más fluido pero con una leve pérdida de detalle. Aunque visualmente no alcanza la cima técnica del hardware, el diseño artístico compensa con creces.
Spirit of the North 2 es una aventura que prioriza la emoción sobre la acción, el asombro sobre la urgencia. No busca deslumbrar con mecánicas complejas ni combates explosivos, sino con la belleza de su mundo y la pureza de su narrativa ambiental. Es un juego que se toma su tiempo, y que invita al jugador a hacer lo mismo. Si disfrutaste títulos como Journey o Abzû, o simplemente estás en busca de una experiencia introspectiva, este viaje junto al zorro y el cuervo puede ser justo lo que necesitas.
