Deliver At All Costs es un juego de entregas ambientado en una colorida versión de los años 50. En el centro de esta aventura se encuentra Winston Green, un desempleado en bancarrota que intenta rehacer su vida en una nueva ciudad. Para ello, acepta un puesto en «Nous Livrons», la empresa de reparto más prestigiosa del lugar. Suena sencillo, pero en este trabajo nada lo es: desde el primer momento, la rutina de entregar paquetes se transforma en una serie de misiones tan absurdas como divertidas. La campaña principal se divide en tres actos, cada uno ambientado en una ciudad distinta y con seis misiones únicas, sumando un total de 18 encargos que desafían la lógica y la física.
El objetivo es siempre ir del punto A al punto B, pero con desafíos inesperados: entregar una botella de propano con fugas a punto de explotar, repartir autos a control remoto para niños ansiosos, o capturar fotos nítidas de un OVNI antes de que abduzca a todas las vacas del lugar. Todo esto desde el asiento de un vehículo que puede ser cualquier cosa menos convencional. Más allá de las entregas, el juego invita a explorar cada ciudad en busca de secretos y actividades secundarias. Hay misiones paralelas como carreras improvisadas, búsquedas de personas u objetos, y hasta coleccionables como vehículos de época que, si bien no alteran la jugabilidad, añaden un toque de diversión y nostalgia.
También se pueden descubrir puntos panorámicos que sirven como ventanas al encantador mundo retro que recrea el juego, aunque su función práctica sea limitada. La personalización también juega un papel curioso. Recolectando cajas de madera repartidas por la ciudad, se obtiene dinero para invertir en mejoras estéticas y funcionales del vehículo: ruedas extravagantes, airbags modificados o bocinas personalizadas. Pero para instalar estas piezas se necesitan herramientas específicas, escondidas también en la ciudad, lo que añade un elemento de búsqueda adicional al recorrido.
La duración de la campaña principal ronda las 10 horas, y alcanzar el 100% no toma mucho más unas 15 horas en total, ya que el contenido adicional es limitado pero bien dosificado. Aun así, el juego aprovecha bien su tiempo, ofreciendo misiones variadas que mantienen el ritmo y la atención del jugador. En lo visual, el título apuesta por una dirección artística encantadora, con una estética que evoca perfectamente la década del 50. Todo tiene un aire ligeramente anticuado, pero con mucha personalidad. Además, casi todo en el entorno es destructible, lo que aporta un caos controlado y muy divertido. La banda sonora jazzy refuerza esa atmósfera retro con elegancia, y las voces en inglés sumergen aún más en ese mundo tan particular.
