Tras casi dos décadas de espera, Commandos: Origins marca el regreso de la aclamada saga de estrategia en tiempo real que debutó en 1998. Esta nueva entrega, desarrollada por Claymore Game Studios, ofrece una experiencia renovada que captura la esencia de sus antecesores, pero con suficientes innovaciones para mantener a los jugadores enganchados. A continuación, exploramos lo que este regreso tiene para ofrecer.

En Commandos: Origins, asumimos el rol de una unidad de élite encargada de realizar misiones de alto riesgo durante la Segunda Guerra Mundial. Controlamos a seis personajes clave, cada uno con habilidades únicas: Jack O’Hara, el «Green Beret»; Thomas Hancock, el «Pionier»; Francis T. Woolridge, el «Scharfschütze» (Francotirador); Samuel Brooklyn, el «Driver» (Conductor); James Blackwood, el «Marine»; y René Duchamp, el «Spion» (Espía). La historia comienza con Jack O’Hara encerrado en una celda, hasta que Thomas lo recluta para una misión urgente. A partir de allí, nos embarcamos en una serie de misiones que van desde la infiltración en bases enemigas hasta la eliminación de amenazas clave. Lo que destaca de este título es su enfoque en el sigilo y la táctica, donde cada acción debe ser pensada con precisión.

El juego nos introduce en sus mecánicas de control a través de un tutorial en el que debemos escapar de una celda sin ser detectados. El sistema de visión de los enemigos es esencial: cada soldado tiene un campo de visión representado por un cono. La parte sólida del cono muestra su “visión perfecta”, mientras que la área rayada indica zonas de menor visibilidad. El objetivo es moverse de manera estratégica, aprovechando obstáculos y momentos de distracción para avanzar sin ser detectados. Una vez fuera del edificio, el juego se adentra en la dinámica de eliminar y esconder soldados enemigos, mientras evitamos que las patrullas nos detecten. Las 14 misiones del juego se van desarrollando de manera progresiva, presentando nuevos personajes y habilidades que permiten abordar los objetivos de manera más variada. Cada uno de los comandos tiene capacidades únicas que enriquecen la jugabilidad y permiten diferentes enfoques en la resolución de cada misión.

Commandos: Origins es un juego que exige paciencia y reflexión. Aunque parece simple en un principio, la realidad es que un solo error puede arruinar toda una misión. Si bien podemos movernos sin ser vistos, un asesinato cometido cerca de un enemigo puede hacer que todo se derrumbe, incluso si estamos fuera de su campo de visión. El sistema de «guardar rápido» se convierte en nuestra mejor herramienta, ya que los errores pueden ser fatales. El juego ofrece una opción de personalización del interfaz, permitiendo elegir entre diferentes modos de visualización, desde el más fácil, donde la interfaz nos guía, hasta el más complejo, donde se nos deja encontrar puntos de interacción por nuestra cuenta. Además, el nivel de dificultad es ajustable, con tres opciones disponibles. El modo «Veterano» se recomienda solo después de haber completado el juego una vez, debido a la alta exigencia.

A pesar de la calidad general del juego, Commandos: Origins presenta algunos fallos técnicos que pueden resultar molestos. Los jugadores con pantallas de alta resolución, como las 4K, se encontrarán con un puntero de mouse excesivamente pequeño, lo que puede dificultar la interacción con la interfaz. Además, en pantallas panorámicas, algunos elementos de la interfaz pueden desaparecer, obligando al jugador a centrarse constantemente en una parte de la pantalla. Otro problema son los errores de clipping que se producen cuando un soldado se acerca demasiado a un objeto. Esto puede hacer que los ataques sigilosos fallen o que las trampas no se activen correctamente, lo que inevitablemente lleva a situaciones caóticas y fallos en la misión.
A pesar de estos inconvenientes, Commandos: Origins ofrece una experiencia sólida y entretenida. Lo que más destaca de este título es la libertad que ofrece al jugador. No hay un solo camino correcto para completar una misión, lo que permite que cada jugador encuentre su propia forma de resolver los problemas. Los detalles pequeños, como la necesidad de apagar luces antes de realizar un asesinato sigiloso, le dan una capa extra de profundidad que solo se descubre a través de prueba y error.